Navidad… y no estás, te fuiste.
¿Cómo pongo las esferas, si ya no
estará tu mano pasándome la siguiente?
Que hoy, ni navidad, ni ningún
otro día volverá a ser el mismo.
Y yo sé que es la ley de la vida
esto, irnos en algún momento.
Pero nadie debería irse así, a
mitad de tantos sueños, ni dejado a una familia incompleta…
Así me sentía en diciembre 2024…
Cuando era niña, me encantaba que
llegara diciembre, era mi mes favorito, tengo un montón de imágenes en mi
memoria de lo bonito que hacías que fueran esas fechas, ahora se me hace un
nudo en la garganta sobre todo el 24, y me pregunto cómo una persona puede cambiarlo
todo, ¿Por qué parecía que tú siempre estabas tan feliz?.
Siempre fuiste un ser imponente, con tanta personalidad, y cuando te recuerdo siempre viene a mi mente tu cara sonriendo…Esa dualidad tuya porque eras duro y firme y todos mis amigos te tenían miedo y, con esa apariencia, nadie se imaginaba que eras bromista, ligero y que eras tan divertido. Y que fuiste el mejor hijo, admiraba cómo tratabas y querías a mi abuela, y ella a ti, y que, con mi mamá aunque nada fue perfecto, jamás te rendiste, preferiste una familia unida, completa, yo te veía en silencio y decía quiero a alguien así en mi vida, pero donde fuiste mejor fue en tu papel de papá.
Hiciste mi niñez mágica, no podría enumerar el porqué, pero tus platicas, tus consejos, las actividades a la que nos llevabas, los libros que me leías en las noches, la música que me enseñaste, y eso
marca, fuiste amor, apoyo, ligereza, seguridad, compromiso, aprendizaje, y
sobre todo aprendí a sentirme valiosa, no en soberbia sino en saberme
querer. Gracias, papá eres mi tesoro más preciado.
Y así pasaba la vida y todo
marchaba tan bien, fueron muchos años donde todo era felicidad, y que fuera tan
perfecto daba un poco de miedo, pero un hecho vino a cambiarlo todo, porque la
vida es así, todo cambia de un día al otro, sin aviso, de golpe y sin
anestesia.
Etapa 1. La negación. Estábamos
en el hospital esperando el diagnóstico, rogándole a Dios que no fuera nada
grave, pero no fue así, todo pintaba muy mal, después de una operación que no
sirvió de nada y que sólo provocó más dolor.
Etapa 2. La fe. La noticia fatal,
es cáncer de páncreas, no operable, y lo peor, es que es muy doloroso. Aun así,
buscamos alternativas, éramos capaces de hacer lo que hiciera falta, t o d o…
Sin embargo, en ese instante te das cuenta de que ni el dinero, ni las
intenciones, ni tanto amor, ni la esperanza pueden cambiar el “destino”, las
circunstancias, la vida… No puedo describir un dolor más insoportable que ver a
alguien que amas tanto, sufrir de esa forma, no sé cómo describirlo, pero ese nudo en la garganta, ese vació en el estómago, y cómo dolía mi corazón, son sensaciones que nunca había sentido, me sentía tan impotente, de repente mi mundo se derrumbaba frente a mí.
Etapa 3. El regalo. Siempre lo
supe, pero sentía raro escribirlo, tu cáncer fue un regalo para mí, pero lo
entendí mucho tiempo después, yo no podía creer que la vida me quitara a la
persona que más quería en la vida… Un año atrás, tuviste un accidente en mi
coche y termino totalmente destruido, cuándo vimos el coche, no podíamos creer
que solo te hubieras lastimado tu mano, algo muy leve. Entonces reflexionando,
creo que Dios nos lo prestó un año más, y como suele pasar en los seres
humanos, que pensamos que somos eternos, pues no valoramos la vida misma, y es
hasta que sabes que te vas de este mundo, que quieres atesorar cada momento que
queda. La vida es efímera, no sé si afortunada o desafortunadamente la mayoría
no sabemos cuándo nos vamos a morir, pero en esta historia si lo sabíamos.
Fue un regalo para mí, porque en
esos días hablamos mucho, te pude decir tantas cosas, te daba masajes en tus
brazos, me decías que pusiera tus videos de Creedence, The Beatles, The Eagles,
Queen y bueno toda la música que te gustaba, acariciar tus manos mientras
escuchábamos sus canciones favoritas, aún las puedo sentir, agradecerte todo el
amor que nos diste, las casitas de cobijas que nos hacías en la sala, las veces
que nos llevaste a pintar y a patinar, a acampar, cuando me explicabas
canciones y veíamos películas y nos hacías palomitas, y me contabas cuentos en
la noche, en fin, innumerables los momentos que nos hiciste tan mágicos, que no
puedo explicar cómo alguien te puede hacer sentir tanta seguridad, que si sabes
que él está, todo estará bien.
Etapa 4. La resignación. Los
dolores eran tan fuertes que en las noches te teníamos que sedar, y me rompió
el corazón cuándo uno de esos días me dijiste que te daba miedo que llegara la
noche, por los dolores que se potencializaban a esas horas, entonces con
morfina lograbas descansar, hasta que llegaba la mañana y todo estaba
relativamente mejor, ahí aprendí a soltar, soltar a alguien que amas tanto y
que no quieres que se vaya de tu vida, es algo que no se puede describir,
recuerdo que escribí un papelito que
decía: “esto también pasará” y lo guarde
en la funda de mi celular, y que cada vez que sentía que ya no podía con el
dolor, lo sacaba, lo leía y eso me ayudaba.
Etapa 5. El duelo. Un día ya no
estabas más… pasaron sólo dos meses desde el diagnóstico a que te fueras. El
vacío era tan grande que nos costaba trabajo respirar, eras tanto, que tu
ausencia era algo insoportable, y sientes que ya no puedes con tanto dolor, que
la vida dejo de tener cierto sentido sin ti.
Te extraño, pero agradezco
infinitamente, cada segundo a la vida por el tremendo ser humano que me tocó
como papá, por la persona tan maravillosa que fuiste, y porque valió cada
segundo que estuviste haciéndonos la vida especial, me diste seguridad, apoyo,
disciplina, aprendizaje, me enseñaste el desapego a las cosas materiales,
“Diani, acuérdate que en esta vida somos temporales, no nos llevamos nada, por eso
vive al máximo, come rico, acumula experiencias…
Hoy pude escribir sin llorar
tanto, y son lagrimas diferentes, son de orgullo y de agradecimiento a la vida
tan bonita que me enseñaste a crear, y que bonito es recordarlo, te llevo en el
corazón papito, y sé con certeza que nos volveremos a encontrar, y que estás
bien, tocando tu batería y cantando, que estás con mi abuela, nuestro Sputnik y
mi almendrita. A ti te encantaba la vida y la vivías como si no hubiera un
mañana, nos enseñaste a disfrutar al máximo, y así la vivimos, bueno mucho más
estructuradas, centradas y planeadoras que tú afortunadamente, bueno te mando mil
millones de besos, aquí te recordamos con un amor infinito.